ANIMALES. UHART, HEBE
Yo no recuerdo haber insultado invocando a los animales; los han convocado a todos para insultar. Perro está en la Ilíada: Ojos de perro, dicen. El caballo le decían a una compañera en sexto grado; Gato, a las prostis, y Vaca, a las gordas. Me identifico con Felisberto Hernández, que dice en su cuento Úrsula: Úrsula era gorda como una vaca y a mí me gustaba que fuera así. Se necesita valentía en el Río de la Plata para decir eso. Lengua de víbora es otro insulto; Buitre, también. El tigre, el león y la oveja tienen buena prensa. Me gustan mucho los dichos camperos de la provincia de Buenos Aires, en los que cada situación, habilidad o deficiencia es ilustrada con un animal. Para la monotonía: Siempre igual, como cara de oveja. Para la formalidad: Formal, como burro en corral. Para la desconfianza: Más desconfiao que caballo tuerto. Para el que habla de algo que desconoce: Qué sabe el burro e confites, si nunca fue confitero. Para la gente que saluda a todo el mundo en los pueblos: Saludador como tero (el tero hace un movimiento de cabeza). Mi papá contaba que los viejos vascos del campo tenían apodos de animales: Cebruno, Overo, Malacara.
Fragmento de Mi historia con los animales, incluido en este libro.
EDITORIAL
ADRIANA HIDALGOISBN
9.79E+12AÑO
2017PÁGINAS
212TAPA
TAPA BLANDAMEDIDAS